A veces las cosas no salen como esperas. Eso le había dicho siempre su madre. Sin embargo, Javier no podía entenderlo. Al principio todo parecía perfecto. Ella parecía perfecta, con la dulce sonrisa siempre en la cara. No obstante, poco después sacó su carácter y la sonrisa dulce se volvió amarga, como si tuviera siempre un limón en la boca. Quizás fuera el clima, más frío que el de su ciudad natal. O tal vez su madre, tan metomentodo como siempre. O su hermana, que la trataba como si no fuera de la familia. O su cuñado. O los hijos de ambos siempre molestándola con tonterías.
Ella contestaba que no, que estaba bien, que los niños eran un encanto, que no le pasaba nada. Javier no la creía e ntentaba bucear en sus profundos ojos azules en busca de respuestas.
domingo, 22 de junio de 2008
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