lunes, 7 de abril de 2008

Todo distinto

Entonces apareció Irene, no era como la había imaginado. Quizás tuviera el pelo más rubio y los ojos más negros. Quizá porque no se la imaginbaba tan delgada. Quizá por su forma de vestir. Quizá porque su voz le pareció más aguda aunque habían hablado miles de veces por teléfono. Sin embargo y a pesar de sus dudas la besó suavemente en los labios y estos los labios de Irene sabía a un dulce chicle de fresa. Irene no parecía sorprendida por su aspecto y así, los dos besándose en la estación, parecían los típicos novios de toda la vida. Sin embargo había algo más que despertaba las miradas de los viajeros

4 comentarios:

Claudeia dijo...

Nunca nada es uno se lo imagina. Eso es lo genial de la vida, que siempre encuentra la forma de soprendernos.
Me quede intrigada con lo que llamaba la atencion de los viajeros.
Buenos textos.
Saludos!

Anónimo dijo...

entonces ya se conocian por telefono?...que maravilla ver a alguien y apesar de que no era fisicamente como la querias, sientes en el fondo de tu ser que es el hombre/mujer de tu vida...sigue escribiendo,

Solounanoche dijo...

saludos wuaxiperry

mato grosso dijo...

Sucede que a veces uno comete el error de pedir un beso. Cuando eso ocurre, no saben a fresa, más bien a torpeza.

Saludos jovencito